lunes, 5 de mayo de 2014

Bueno, como ya sabéis, me hice un tatuaje. Desde bien pequeña tenía en mente que me haría uno, aunque los diseños han ido variando bastante. Al principio quería un duende, después un hada, luego un tribal que diseñé y que aún uso de vez en cuando en mis personajes, el logo de Assassin’s Creed… pero al final me he animado con un diseño exclusivo y personal.

Sin embargo, he de confesar que tenía miedo de hacérmelo. En mi cabeza resonaban las vocecitas de gente de mi pasado que me recordaban una y otra vez que sería para toda la vida, que me dolería un montón, que me arrepentiría sin dudarlo. Por eso no me animé hasta unas semanas antes de mi cumple.

¿Cómo cambié de opinión tan rápidamente? Tuve una idea para un diseño. Quería que fuera muy personal, algo que se viera y que cada vez que lo echara un vistazo me entraran ganas de seguir adelante. Entonces se me ocurrió. Apareció tan de repente que hasta me asombró. Recordé a mi madre y a mi abuela, las dos personas con más coraje que he conocido en la vida. Ambas tenían en común que las gustaba dos accesorios de oro: el de mi madre era un collar y el de mi abuela un anillo que me dejó de herencia. Cuando iba por las casitas de tatuajes con un boceto la mar de horrendo, nadie me dio una idea genial para grabármelo en la piel para siempre. Hasta que acudí a F.M.N. Tattoo, donde Lolita, la chica que me atendió, me dibujó el boceto más genial que he visto. Fue amor a primera vista. Decidí regalármelo por mi cumple.

Y así hice.

Esperé hasta el día del aniversario de la muerte de mi madre para tatuarme una rosa con las dos joyas unidas por una cadena. A color, por supuesto. En ese momento estaba más nerviosa y asustada que nunca, principalmente porque no sabía cuánto me iba a doler, cómo quedaría al final. Todos nosotros, incluida la tatuadora, nos pensábamos que nos tiraríamos horas, porque al ser primeriza, estaría inquieta, aunque no fue así. No me dolió casi nada, por lo que no pedí descansos ni nada. Total, tardamos como una hora y media, a lo mejor un poco más. Y quedó tan jodidamente bonito que salté de alegría fuera de la tienda jajaja.
Mi tatuaje recién salido de fábrica
Las curas han sido lo peor. Sobre todo las primeras. El más mínimo roce con el agua me dolía a más no poder. Pero bueno, luego lo pienso y me digo que todo ha merecido la pena y eso está bien.

Y salí tan satisfecha que ya tengo otras ideas en mente para tatuarme. Pero eso será otra historia :)
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